lunes, 27 de septiembre de 2010

Poema inspirado en la ilusión de un nieto

Gracias a Janine y a Tía María Marta, que le dieron a Mami esta copia, podemos leer un poema nuevo de Yiyi que nunca publicó. . .

viernes, 17 de septiembre de 2010

Grabación de Yiyi

Entre cosas viejas apareció esta grabación de Yiyi. En memoria de sus 3 años. . .

lunes, 24 de mayo de 2010

sábado, 27 de marzo de 2010

Canción inspirada en poema de Barquitos de Papel

Federico Miranda (guitarrista de Gandhi y Baula Project), el mayor de los nietos de Lily Kruse, compuso y grabó esta canción junto con su novia Stella Peralta (cantante de Le Pop). Esta producción se hizo para "La banda sonora de una película que jamás vas a ver", un disco inspirado en autores costarricenses, que se obtiene al sacar un libro de cualquier biblioteca pública del país.

sábado, 13 de septiembre de 2008

"Setiembre"

Hace casi 15 años, Yiyi se enamoró de la escultura de una niña. La bautizó "Setiembre", porque fue en ese mes que la recibió como un regalo sorpresa. Setiembre fue también el mes en que murió y entonces, de manera simbólica, la escultura de la niña llamada "Setiembre" se ha colocado en su memoria en Jardines del Recuerdo.

Hoy la recordamos dejando flores a los pies de "Setiembre".

Las flores

"Abren todas sus corolas
y le sonríen al sol,
y matizan el ambiente
con destellos tornasol.

Hay una flor amarilla,
y una hermosa flor azul,
que lucen vivos colores
en sus vestidos de tul.

Y otra flor arrugadita,
que ya se quiere morir;
sopla el viento y la cobija
para que pueda dormir."

Lily Kruse, 1982
Barquitos de Papel

jueves, 28 de agosto de 2008

Casita de Ayote y agradecimiento de los nietos

Este artículo es la última parte del homenaje a Lily Kruse realizado el 27-08-08 en el Congreso Anual de la Fundación Amigos del Aprendizaje, en el anfiteatro del INBioparque.

“Podría seguir leyendo los poemas de Barquitos de Papel. . . pero me gustaría contarles un poco más sobre Casita de Ayote. Este libro se publicó en 1984, dos años después que Barquitos de papel. La autora lo presenta como la colección de cuentos que la ratona Amapola le inventaba a sus hermanitos y a sus propios ratoncitos. Se acomodaba en una grada con el ratoncito más pequeño en el regazo en la puerta de su casa, que era una casita de ayote, y allí contaba sus cuentos.

La autora hizo de nuevo en este libro un despliegue de su imaginación para crear un mundo fantástico, esta vez en forma de cuentos. Federico se pudo montar sobre los rayos del Sol y viajar por el mundo; Desi estiró el brazo y tomó un pedazo de nube que se convirtió en un borrador mágico; Daniel conversó con Serpentina en el jardín de su casa; Jean, se hizo amigo del viento; Philippe le ayudó a una iguana a regresar, desde la ciudad, a su casa en la playa; y Karen, fue una brujita buena llamada Gotaluna. Y estos son solo algunos de los cuentos de Casita de ayote. . .

Creo que los nietos tenemos mucho que agradecerle a Yiyi. Los libros que nos dedicó fueron solamente una manifestación más del cariño y dedicación con los que se unió a nuestros padres y maestros para ayudarnos a crecer. Sin duda alguna, lo que aprendimos con ella nos ayudó a desarrollar nuestra imaginación y autoestima, necesarias para convertirnos en profesionales creativos e íntegros. Hoy, estoy convencida de que ella contribuyó muchísimo a desarrollar las capacidades que hoy usamos para diseñar páginas web, crear música propia, contribuir con el aprendizaje de otras personas, estudiar insectos, diseñar edificios, dirigir empresas, pintar cuadros, bailar ballet, iniciar proyectos sociales, y comenzar nuestras propias familias con el mismo amor y dedicación que ella nos dio.

Talvez ahora ya entienden un poco mejor porqué es que hoy queríamos recordar a Lily Kruse. Esperamos que sean muchos niños y adultos los que sigan disfrutando y aprendiendo por medio de los cuentos y poesías que, con tanto cariño y dedicación, nos dejó a todos, para que nos sigan inspirando y transmitiendo la belleza de la vida que ella inmortalizó en sus libros.”

Barquitos de papel en el Siglo XXI

Fue hace ya 26 años que se publicó Barquitos de Papel por primera vez, pero no deberíamos dejar estos poemas en el pasado. Hoy que hablamos sobre la educación integral que necesitamos para responder a los retos que nos trae el Siglo XXI, la obra de Lily Kruse es un material todavía fresco. Pienso que su gran riqueza está en que es capaz de despertar la curiosidad y los sentidos de niñas y niños para que comprendan mejor el mundo en el que viven. También es capaz de desarrollar en ellos valores fundamentales como el respeto por las otras personas y por la naturaleza. Además, es un material riquísimo para promover la imaginación, la creatividad y las capacidades de expresión artística. Todos estos son elementos fundamentales de las llamadas “capacidades para el siglo XXI”, y por eso creo que Barquitos de papel tiene tanta validez hoy como cuando fue publicado por primera vez.

Un ejemplo admirable es El árbol. . . en el cual Lily Kruse, en un solo poema para niños, entreteje las ciencias, las artes, y los valores.

“Era un árbol sin retoños
que ninguna flor tenía,
y tampoco daba frutos.
Así, nadie lo quería.

Yo me acerqué una mañana
y lo regué con mi llanto,
pues me daba mucha pena
que lo despreciaran tanto.

-¿Y porqué nunca das frutos?-
le pregunté sin temores.
El me dijo con tristeza:
-Nunca hay frutos, si no hay flores.

Yo le he preguntado entonces:
-¿Qué hay que hacer para tenerlas?-
Y me dijo: -El cariño
es muy bueno para hacerlas.

Desde entonces, día a día,
lo he regado con ternura,
y hoy he visto con sorpresa:
¡tiene una fruta madura!

Y yo he aprendido una cosa:
“Con cariño y con amor,
cualquier árbol da una fruta
después de dar una flor”.

¿Cómo nace Barquitos de papel?

Lily Kruse escribió sus primeras poesías cuando se vio rodeada de nietos traviesos e inquietos. Al descubrir que cuando nos inventaba un cuento nosotros disfrutábamos tanto (y también porque solo así nos quedábamos quietos), comenzó a escribirlos desde antes de que llegáramos a su casa, y por alguna razón se le ocurrió escribirlos en verso. Con su gran creatividad, esto se convirtió en una labor muy productiva; una vez se le ocurrieron ocho poesías en un solo domingo! En días de inspiración le llegaban a la mente las estrofas completas, sin que fuera necesario cambiarles una sola palabra para hacerlas rimar. Y cuando la sorprendían las ideas sin papel a la mano, las terminaba escribiendo aunque fuera en una servilleta. De hecho una vez nos contó que en un paseo a la playa, escribió uno de los más bonitos, “Los cangrejos”, en la tapa de de una caja de galletas de soda.

Desde hacía un tiempo, Yiyi se había incorporado a un taller de literatura con el profesor Carlos Catania. En algún momento, le mostró las poesías a sus compañeras del taller. Y fue su amiga Marilyn Echeverría, reconocida autora costarricense que escribe bajo el seudónimo de Lara Ríos, la primera que le dijo que su creación literaria era un trabajo muy valioso, y que podría ir más allá de una forma de entretener a los nietos. Así nació la idea de publicar la selección de poemas que luego tituló Barquitos de papel. De hecho, les voy a contar algo que yo descubrí hace poco. El primer poema de “Barquitos de papel” es dedicado a Lara Ríos. Se llama Mis versos chiquitos.

“Estos son mis versos,
mis versos chiquitos,
que algunas personas
encuentran bonitos.

¿Que de dónde vino
esta inspiración?
es que era de azúcar
mi dulce algodón.”

El poema hace alusión al libro “Algodón de azúcar” escrito por Lara Ríos, y es así como Yiyi hace un pequeño tributo a su amiga escritora que le dio la idea de publicar su poesía para niños.

Preparó entonces una compilación de poemas que fue seleccionada por la Editorial de la Universidad Autónoma de las Américas. Dicha editorial andaba en búsqueda de buena literatura infantil, y lo publicó en 1982 con bellísimas ilustraciones de Franco Céspedes. Cuando llegó el momento de ponerle título, encontró que Barquitos de papel era perfecto porque ya tenía cuatro poemas inspirados en barquitos, y podía darle un hilo al libro al hacer cuatro capítulos y comenzar cada uno con un poema de barquitos. El primer capítulo es para los niños más pequeños, y comienza con Barquito chiquito.

Barquito
chiquito,
quiero ir a pasear

Por todos
los ríos,
también por el mar.

Ir sobre
las olas
bogando veloz,

que el cielo
y el agua
nos vean a los dos.

Barquito,
es cierto,
eres de papel.

Mas viajas
tan firme,
como un gran bajel.

Barquito
bonito,
quiero navegar.

por todos
los lagos,
también por el mar. . .

lunes, 28 de julio de 2008

En memoria de la escritora costarricense Lily Kruse

Es con mucho cariño y orgullo que recordamos a Lily Kruse: la abuelita escritora que tanto quisimos, y todavía queremos. Hace casi un año fue que Yiyi, como la llamamos siempre de cariño, murió después de varios años con una enfermedad que le robó su memoria. Seremos nosotros entonces quienes conservaremos de manera colectiva la memoria de una persona tan especial.

En sus cuentos y poemas para niños, Lily Kruse logró capturar el sentido de asombro y la imaginación de una niña que vivió su infancia en medio del Caribe costarricense de los años 30s. Ella vivió con sus padres y hermanos en las fincas “El Prado”, en Guápiles, y “El Tortuguero” en el extremo noreste de Costa Rica. Para ir a la escuela, vivió también en la casa de sus abuelos, en Limón. En “Así lo recuerdo yo”, una auto-biografía no publicada que ella le regaló a su hermana y sus dos hermanos, Lily Kruse habla de Limón así:

“Las palabras tienen diferentes significados para diferentes personas. Con la palabra Limón, la mayoría de los costarricenses pensaría en nuestro puerto del Atlántico. Sin embargo, ¡para nosotros era mucho más que eso! Para nosotros esa misma palabra, Limón, además de ser el nombre de mi puerto natal, era sinónimo de alegría, de bienestar, de aventura y de felicidad” (Lily Kruse, 1964).

En sus memorias de un Atlántico todavía bastante salvaje aparecían constantemente animales silvestres, que luego ella convirtió en personajes de sus cuentos y poesías. También en sus cuentos aparecemos muchos de sus nietos, y de las travesuras que hacíamos. Los libros de Yiyi están impregnados de sus recuerdos, y por eso son el mejor recurso para mantener viva su memoria. Leer sus cuentos y poesías nos muestra cómo vivir plenamente y en armonía con la naturaleza significa, así como lo hacía Limón para ella: “alegría, bienestar, aventura y felicidad”.

Si disfrutamos y compartimos sus libros con las niñas y los niños que crecen a nuestro alrededor, estaremos transmitiéndoles la belleza de la vida y de la naturaleza que ella logró capturar e inmortalizar en ellos. Y es por eso que hoy los invito a leer los libros que mi abuela, Lily Kruse, nos dejó a todos, y así, a ser parte de la red de personas que mantenemos viva su memoria.

viernes, 27 de junio de 2008

Recuerdos de la finca "El Prado"

“Con mis recuerdos de El Prado sucede algo muy curioso: me parece que siempre había sol, el cielo era transparente como un cristal celeste y las nubes como claras batidas con azúcar; tengo la engañosa sensación de que jamás llovía.

A pesar de que guardo en la memoria la fila de agujeritos que dejaba la lluvia en la tierra, cuando caía del techo donde no había canoa; la zanja donde nadábamos, si puede llamarse nadar el chapotear en un poco de agua de lluvia acumulada; la sensación de las gotas de lluvia golpeándome la cara y las espaldas y el zacate mojado que chirriaba bajo mis pies descalzos, no recuerdo la lluvia misma; no recuerdo haber visto jamás el paisaje rayado con el lápiz gris de la lluvia.

No sé si es que la lluvia me parece triste y en El Prado hasta la lluvia era alegre, lo cierto es que creo que en El Prado siempre hacía sol.

Hacía sol cuando encontramos un nido de ratones en la bodega de la caballeriza y cuando Papá nos llevó la ardilla, la Ceiba y la perrita. . .; hacía sol cuando Rolfi llegó con las palomas y cuando llegaron a visitarnos los diferentes miembros de la familia; hacía sol cuando montábamos a Tábano y cuando llegó la Canela. También hacía sol cuando Teodora rayaba el coco y . . . cuando Carusa le hizo ropa a mi muñeca y cuando Angelina nos dio tortillas; cuando fuimos a Los Diamantes y Hermann conoció a Olguita, y cuando me dieron Mamey en El Molino y se me aflojó la chapita; y cuando comíamos lengua de vaca, y aún cuando quise subir al ilang ilang. . . y hasta cuando Aurelio encontró la oropel y cuando vi la culebra en el mandarino.”

Lily Kruse, 1966
"Así lo recuerdo yo"